domingo, 7 de abril de 2013

Chino Loco Quiere Lanzar Bomba En Su Santo De Su Abuelito

Edición Nº 617 

 Revista Somos Jóvenes Lima Metropolitana 

 Email: somosjoveneslima@gmail.com 


 "Año De La Inversión Para El Desarrollo Rural y La Seguridad Alimentaria"



Por qué EEUU y Corea Del Norte No Están Condenados a La Guerra


eldiario.es


La superioridad tecnológica de EEUU es abrumadora, pero Pyongyang sería capaz de infligir un daño inaceptable a Seúl. Desde 1950, Washington ha contemplado en varias ocasiones el uso de armas nucleares contra Corea del Norte.

El vuelo de los dos bombarderos B-2 con los que Washington pretendió intimidar a Corea del Norte no salió barato. Cada hora en el aire sale por 135.000 dólares, con lo que la factura total pudo ascender a 5,5 millones. Es sólo una estimación. Lo que no cabe duda es que la Administración de Obama no iba a reparar en gastos. Si parecía que se trataba de algo parecido a matar moscas a cañonazos, que así fuera.

¿Hasta dónde puede llegar EEUU en la estrategia de la tensión con su viejo enemigo del Lejano Oriente? ¿Puede utilizar su impresionante ventaja militar para disuadir a la dinastía que gobierna ese país de cualquier acción ofensiva? ¿Ha contemplado alguna vez la opción de un ataque preventivo que acabe con el régimen de los Kim? ¿Es consciente del coste que tendría en vidas humanas a ambos lados de la frontera?
Históricamente, EEUU no ha contado con muchas opciones de responder con medidas disuasorias a los avances de Corea del Norte en su programa nuclear y de desarrollo de misiles. En una economía tan aislada o como mucho sólo dependiente de China, nada de lo que haga Washington, incluidas sanciones, ha podido forzar la voluntad de los dirigentes de Pyongyang.

En la época de Bill Clinton, EEUU apuesta por las negociaciones diplomáticas y las promesas de colaboración económica. No funcionó si lo que se buscaba era poner fin a una enemistad iniciada en los años 50. Lo cierto es que en 1994 Corea del Norte acepta paralizar su programa de producción de plutonio. Las dudas sobre si Kim Jong Il cumplirá su parte del trato persisten.
En los años de rearme norteamericano de la Administración de George Bush, se produce una paradoja. El lenguaje de las autoridades es un ruido que poco tiene que ver con la realidad. Los republicanos están convencidos de que la estrategia negociadora de Clinton es un error. Colin Powell pretende continuar con la opción diplomática, pero es desautorizado por Bush. "No negociamos con el mal. Lo derrotamos", dice el vicepresidente, Dick Cheney en una de esas frases que son rápidamente filtradas a los medios de comunicación. En enero de 2002, George Bush incluye a Corea del Norte en el llamado "eje del mal".

Todo esa retórica belicista muere a las puertas de la Casa Blanca. La prioridad es Irak. Después, con las Fuerzas Armadas empantanadas en Irak y Afganistán, cualquier otra opción militar es pura fantasía.

El programa nuclear norcoreano

En octubre de 2002, EEUU anuncia que Pyongyang le ha comunicado oficialmente la reanudación de su programa secreto de armas nucleares. Corea del Norte lo niega pero a fin de año acusa a EEUU de no cumplir el acuerdo de 1994 y expulsa a los inspectores de la Agencia Internacional de Energía Atómica.
En octubre de 2006, Corea del Norte anuncia que ha realizado su primera prueba nuclear, lo que es recibido con cierto escepticismo por los expertos occidentales. En mayo de 2009, se produce la segunda prueba, de mucha mayor potencia, y el 11 de febrero de este año, la tercera. Obama decide que tiene que hacer algo.

No hay pruebas de que los científicos norcoreanos hayan podido miniaturizar sus cabezas nucleares para poder colocarlas en un misil balístico. Ese es un hecho importante que no siempre aparece en las informaciones sobre la capacidad militar de Kim Jong Un. Obviamente, tampoco en las declaraciones triunfalistas de su Gobierno.

Una vez que Corea del Norte está en condiciones de explotar una cabeza nuclear (cómo hacerlo es un asunto muy diferente), la posibilidad de una escalada militar que llegue hasta el final es al menos teóricamente posible. ¿Sería capaz EEUU de amenazar con emplear el arma definitiva que nunca se ha utilizado desde 1945?

Lo cierto es que ese último recurso ha aparecido en los planes militares del Pentágono desde hace mucho tiempo. En agosto de 1950, sólo siete semanas después de que las tropas norcoreanas invadan Corea del Sur, se asignan armas nucleares al teatro de operaciones, según documentos desclasificados en 2010. En noviembre, cuando el Ejército chino entra en combate en territorio norcoreano y su contraofensiva provoca una retirada general de los norteamericanos, Truman vuelve a considerar su uso, como también ocurre en abril de 1951 poco antes de lo que se cree que puede ser otro avance masivo de los chinos. Meses después, bombarderos norteamericanos sobrevuelan Pyongyang y lanzan proyectiles inertes en la prueba de un hipotético ataque nuclear.

El general Douglas MacArthur dijo después que tenía un plan con el que lanzar entre 30 y 50 bombas atómicas en la zona fronteriza entre Corea del Norte y China para bloquear de forma fulminante las infiltraciones de las fuerzas de Pekín. Es poco probable que Truman hubiera permitido tal paso, pero no se puede negar que el uso de armas nucleares nunca se descartó por completo.

Nixon pide todas las opciones

En 1969, con Richard Nixon en la Casa Blanca, los norcoreanos derriban un avión de reconocimiento estadounidense sobre el Mar de Japón. Nixon reclama al Pentágono un plan militar de represalias que incluya todas las opciones, desde ataques selectivos a instalaciones militares con armamento convencional hasta el uso de armas nucleares. Esta última parte del plan, con el nombre en clave Freedom Drop, incluye la opción 'mínima' de ataques nucleares limitados, con un cálculo de víctimas sorprendentemente bajo, hasta una guerra nuclear de destrucción total de las fuerzas del enemigo.

Los militares informan que la primera opción supone el uso de bombas de 0,2 a 10 kilotones. La segunda, bombas de 10 a 70 kilotones. La bomba de Hiroshima tenía entre 12 y 18 kilotones.
Al igual que ha ocurrido con otras administraciones, el Pentágono advierte a Nixon y Kissinger que todo lo que no sea un ataque masivo contra la infraestructura militar del enemigo se arriesga a provocar una conflagración general en toda la península. Colocar el precio en un nivel tan alto contribuye a disuadir a los políticos. Además, la reacción de la URSS y China es impredecible.

En 1975, ante una nueva amenaza norcoreana, Gerald Ford confirma de forma oficial por primera vez que EEUU cuenta con armas nucleares desplegadas en Corea del Sur. "No creo que sea inteligente poner a prueba la reacción de EEUU", dice. En 1991, con Jimmy Carter en la presidencia, Washington anuncia que ha retirado ya todo ese armamento, aunque Pyongyang no lo cree.

Eso ya no es tan importante. Los B-2 (capaces de transportar y lanzar bombas nucleares) volaron hace unos días sin escalas directamente desde su base de Missouri hasta Corea del Sur para lanzar proyectiles inertes de 900 kilos sobre una zona de tiro en una isla surcoreana. En una coincidencia que no es tal, el vuelo se produjo en el aniversario del hundimiento del buque surcoreano Cheonan en 2010. Seúl acusa a Pyongyang de ese ataque en el que murieron 46 marinos.

Por si era necesario enviar otro mensaje, ya ha llegado a Seúl una escuadrilla de F-22, bombarderos invisibles al radar, para participar en unas maniobras conjuntas de EEUU y Corea del Sur que no acabarán hasta finales de abril. Los F-22, nunca usados en combate, pueden escoltar a los B-2, además de atacar por sorpresa objetivos en el norte. En unos minutos podrían atravesar la frontera.

Juegos de guerra

En unos ‘juegos de guerra’ organizados en 2005, la revista The Atlantic invitó a varios exaltos cargos del Pentágono y del Departamento de Estado a que asumieran el papel de los dirigentes del país ante la hipótesis de una inminente guerra con Corea del Norte. El teniente general Thomas McInerney de la Fuerza Aérea, que asumió la función de secretario de Defensa, era el halcón, el hombre que pensaba que la opción de la victoria era no sólo viable, sino evidente.

Ante la incógnita de qué hacer con Seúl, situada a 50 kilómetros de la frontera, en una posición claramente vulnerable a los ataques de la artillería norcoreana, Jessica Mathews, que hacía de directora de Inteligencia, planteó sus dudas sobre el daño que sufriría la ciudad antes de que la Fuerza Aérea pudiera eliminar las posiciones que iban a castigar a la capital: “Creo que no podemos proteger Seúl, al menos en las primeras 24 horas de guerra, o quizá las primeras 48 horas”. McInerney no estaba de acuerdo.

McInerney: “Hay una diferencia entre proteger Seúl y (limitar) el daño que Seúl recibirá”.

Mathews: “Hay 100.000 norteamericanos en Seúl, por no mencionar a diez millones de surcoreanos”.
McInerney: “Mucha gente morirá, Jessica. Pero al final venceremos”.

Mathews: “Creo que deberíamos tener cuidado. Tenemos que proteger Seúl. Si su hija viviera en Seúl, no creo que pensara que los militares de EEUU pueden protegerla las primeras 24 horas”.
McInerney: No, no lo creo. Creo que tenemos la capacidad, sea en un ataque preventivo o como respuesta, de minimizar las bajas en Seúl”.

Mathews: “¿Minimizar hasta qué nivel? ¿100.000? ¿200.000?
McInerney: Creo que 100.000 o menos.
Es un precio espantosamente alto, incluso si tienes garantizada la victoria.

¿Estamos ahora en la preparación de una guerra tras el despliegue de los B-2, F-22 y B-52? Resulta difícil de creer que el mismo Obama que anunció que ponía fin a una década de guerra con el cierre de las operaciones militares de Irak y de Afganistán, en 2014, vaya a embarcar a su país en lo que muchas veces se ha descrito como la guerra que podría llegar a ser la más sangrienta desde 1945.

También es cierto que muchas guerras han comenzado sin que ninguno de los principales contrincantes estuviera buscándola desde el principio.

La razón de que no estamos al borde de una carnicería es de hecho más política que militar.
¿Dónde está el botín de la guerra?

Raramente se lanza a los soldados a una conflagración cuando se goza de todas las ventajas políticas y económicas. El riesgo sería máximo. El beneficio, muy poco superior a la situación actual.

La estrategia de EEUU en Asia es eminentemente defensiva. Su gran reto es contener el creciente poder de China. No va a tener mejores relaciones con Japón, Corea del Sur, Indonesia y Filipinas. Todo aquello que se salga del guión ocurrido en los últimos 40 años, desde la guerra de Vietnam, sólo puede suponer un perjuicio a sus intereses. A diferencia de Oriente Medio, donde los neoconservadores pretendían que un cambio de régimen en Irak tendría un impacto dramático en la región en favor de EEUU e Israel (lo que al final no se produjo), en Asia Washington no necesita que pase nada para sentir que sus intereses están resguardados a la espera de saber qué forma adquirirá su rivalidad con China en las próximas décadas.

Pekín tampoco quiere bajo ningún concepto un conflicto que provocaría una riada de refugiados sobre su frontera oriental, la desestabilización de su política de máximo crecimiento económico, y ser testigo del despliegue de las fuerzas navales norteamericanas a pocas millas de sus costas.

En 1997, un equipo de expertos de la CIA llegó a la conclusión de que al régimen norcoreano sólo le quedaban cinco años antes de sufrir un colapso. Pyongyang ha demostrado ser mucho más resistente que esas predicciones. Lo que desde fuera parece el símbolo de su anacronismo o atraso, para el Gobierno es la fuente de su legitimidad, la única cohesión que lo mantiene en pie: repetir una y otra vez el discurso de la guerra de 1950, el cierre de filas ante el enemigo exterior, el llamamiento a la defensa de la única Corea auténtica.

Eso exige poner a prueba a cada nuevo presidente que llega al poder en Seúl, como está ocurriendo ahora, alimentar a un Ejército que absorbe probablemente casi la mitad de su presupuesto, e invertir toda su propaganda en una estrategia de la tensión que es su razón de ser en un país empobrecido. Y desde 2003 lo ocurrido en Irak le confirma en la idea de que si posee armas nucleares, ningún país se atreverá a invadirlo. Y esa es la prioridad de todos los dirigentes de Corea del Norte desde 1953.
Para EEUU, acabar con esa fortaleza es una empresa tan delirante por el precio que supondría como absurda por los escasos beneficios. ¿Quién apuesta todo su dinero para quedarse al final con el mismo capital que tenía al principio?


Así Será La Guerra Del "Bebé Dictador Cojudo"

MUNDO¿Qué le pasaría al planeta si el impetuoso e inmaduro Kim Jong-un decide encender una guerra?


Asi será la guerra del "bebé dictador". .
.Semana.com publica una traducción parcial del artículo ‘Countdown to catastrophe’, de Michael Sheridan, publicado en el Sunday Times el 13 de marzo. Es ficción, pero se puede volver realidad. 
La hora del día del Juicio Final es cinco minutos para la medianoche. Por lo menos eso dice el boletín de la Asociación de Científicos Atómicos, que creó el reloj en 1947. En ningún otro lugar se está más cerca del Juicio Final que en la península coreana, donde dos enemigos armados con artefactos nucleares -Corea del Norte y Estados Unidos con su aliado Corea del Sur- se miran cara a cara en la tensa zona desmilitarizada, DMZ.

Ensayando una bomba, disparando misiles, escupiendo retórica sangrienta: Corea del Norte ha hecho todo eso en los últimos meses. Hace un mes se retiró del armisticio que puso fin a la guerra de Corea hace 60 años. En reacción, los Estados Unidos están puliendo sus defensas antimisiles. ¿Las amenazas de Corea son ciertas o son solo un show? ¿Podría esto tomar un mal camino y llevar a una guerra nuclear? La respuesta es sí. El siguiente escenario es ficción, pero está basado en la realidad.

Primer día. El nuevo líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, de 29 años, visita una unidad militar en la isla Wolnae, en la costa occidental. Los soldados están entrenando para invadir la isla surcoreana de Baeknyeong, a seis millas de distancia. El líder los exhorta a "acerar sus corazones". De regreso a Pyongyang, el comandante del ejército, Choe Ryong-hae, y el ministro de Defensa, Kim Kyok-sik, le advierten al joven Kim que la gente piensa que él es débil. Lo desafían a que pruebe que están equivocados. Los tres deciden llevar a cabo un acto de agresión para demostrar que el regordete dictador en formación es el ‘mero-mero’.

Día 2: La artillería de Corea del Norte dispara en la isla de Baeknyeong. Bajo una lluvia de balas las lanchas rápidas de Corea del Norte atraviesan el mar occidental. Fuerzas especiales vestidas de negro desembarcan en la playa gritando slogans. Masacran a la pequeña guarnición de soldados surcoreanos. La bandera roja flamea sobre Baeknyeong.

En Seúl, la presidenta Park Geun-hye, conservadora, acepta el consejo de sus generales de que deben devolver el golpe. La madre de la presidenta Park fue asesinada por un atacante norcoreano. Su padre, quien regentó al país como un dictador militar en los años sesentas y setentas, fue asesinado por su propio jefe de espías. A los surcoreanos los comanda una Dama de Hierro.

Envían bombarderos F-15 del escuadrón 102 y bombarderos F-16 del escuadrón 161 para golpear profundamente en Corea del Norte. Dos bases con tanques de reserva y una red de túneles militares quedan en ruinas. No hay pérdida de aviones. Enfurecidos, los generales norcoreanos le dan un ultimátum a Kim: o pelea ahora o le dan un golpe de estado. El embajador chino en Pyongyang trata de hablar con Kim, pero no le confieren una audiencia.

Mientras cae la noche en Beijing, Xi Jinping, el nuevo líder de China, llama al presidente Barack Obama, advirtiéndole que no se meta en la pelea. Xi le recuerda que China es aliado de Corea del Norte. En el teléfono Obama no se compromete. Después llama a su equipo de seguridad para consejo inmediato.

El secretario de Defensa Chuck Hagel y el Secretario de Estado John Kerry, ambos veteranos de Vietnam, detestan la idea de una guerra. El asesor de Seguridad Nacional, Tom Donilon, trata de evaluar las opciones. Ninguna es buena. El mensaje que reciben los chinos es que los americanos están vacilando.

No hay duda en Tokyo, donde el gabinete llega a una reunión de crisis con las fuerzas de auto defensa del Japón. Una limosina negra conduce al primer ministro nacionalista, Shizo Abe, al Palacio Imperial, tarde en la noche.

Día tres: Asia se despierta con las noticias de que Japón ha suspendido el artículo 9 de la Constitución de 1947- la cláusula renunciando al uso de la guerra.

En la hora pico mañanera, un ataque de cohetes y proyectiles vapulea al elegante suburbio de Gangman en Seúl, la capital de Corea del Sur, a 35 kilómetros de la DMZ que separa al sur del norte. Cientos de personas mueren, entre ellos la estrella rapera de YouTube, Psy, aquel del ‘Gangman Style’.

Los surcoreanos lanzan sus F-15 Slam Eagles. Copiando un plan israelí, los objetivos son edificios del partido en Pyongyang y una gigantesca estatua de Kim Il-sung, el fundador de Corea del Norte.
A la hora de almuerzo, los mercados de capitales de Corea del Sur y Japón han colapsado, el petróleo se sitúa a 250 dólares el barril y el oro a 2.500 dólares la onza.

Corea del Sur ordena que todos los reactores nucleares sean cerrados y asegurados. Los extranjeros invaden los puertos aéreos y marítimos para escapar.

Un ataque cibernético originado en Shandong, al este de China, apaga el sistema de control de tráfico aéreo de Corea del Sur y bloquea algunos de los controles de los reactores. Sin embargo, los nerds de Corea del Sur le ganan a los geeks de China. La ciudad más cableada del mundo está en línea nuevamente.

En la Casa Blanca, un empleado viene a ver a Donilon con las noticias de que el expresidente Clinton, quien ha estado en Corea del Norte, está ofreciendo utilizar su famoso encanto con Kim. Donilon mira al cielo.

Obama trata de llamar por teléfono a Kim, acordándose que la estrella de basquetbol Dennis Rodman, que ha estado en Corea del Norte recientemente, dijo que Kim solo quería una llamada. La Casa Blanca no se puede comunicar.

Otro empleado viene a ver a Donilon. El expresidente Jimmy Carter, que hace años fue a Corea del Norte, ofrece reunirse con Kim para rezar y dialogar. Donilon mira al cielo otra vez.

La situación en Pyongyang es tal, que no hay vías de comunicación para advertirle a Kim del desastre que se viene, en la medida que los eventos salen de control.

A mediados de la tarde buques de guerra Aegis y fragatas de la armada japonesa están en las costas de Corea del Norte. Es un ejercicio que han hecho antes. La orden es dispararle a cualquier misil que se dirija a Japón. La televisión estatal china y la radio interrumpen la programación para emitir una dura declaración de advertencia a Japón.

Mientras la turba se toma las calles en ciudades chinas, Obama llama a Xi, quien da permiso de evacuar por aire a 120.000 ciudadanos japoneses que se encuentran en China. El precio de las habitaciones de hotel en Hong Kong y Taipei llega a mil dólares la noche.

En una llamada por Skype el embajador sueco en Pyongyang le dice a su ministro en Estocolmo que ve tanques y lanzacohetes en las calles. La televisión norcoreana sale del aire. Todas las comunicaciones se cortan.

Encerrados en una reunión de crisis en la Casa Blanca, Obama llama a los líderes de China, Japón, Rusia y Francia. Después de que Kerry se lo recuerda, llama también a David Cameron.

Cuando cae el sol, un tren que lleva a los embajadores de Rusia, Irán y Siria cruzan el puente de vigas metálicas desde Corea del Norte hasta la ciudad china de Dandong. A los equipos de televisión se les prohíbe filmar los seis vagones metálicos de carga que van con el tren.

Finalmente los Estados Unidos se ponen en alerta. Los aviones despegan del portaviones USS George Washington en el mar de Japón y 28.500 soldados se alinean con aliados surcoreanos que están exhaustos en la DMZ.

En la oscuridad, nuevos radares X-band americanos en Taiwán y Japón detectan docenas de aviones de guerra chinos patrullando la costa este de China. Todo el tráfico aéreo civil en el noreste de Asia cesa. Los aviones de evacuación de los japoneses están en tierra, inmovilizando a 87.000 personas en territorio hostil.

En Beijing el regordete Xi colapsa durante una reunión tarde en la noche de los siete miembros del comité del Politburó. Su presión arterial es de 180/120 - una hipertensión de emergencia.

La reunión transcurre sin él, pero Zhang Dejiang, un miembro mas junior del Politburo, un economista entrenado en Corea del Norte, toma la dirección de la discusión.

Día cuatro: temprano en la mañana, el retirado ‘zar’ chino de seguridad, Zhou Yongkang, es despertado en su lujosa villa en Beijing. Un Audi negro lo lleva al Politburó, donde un teléfono rojo descansa en una mesa. ¿Podría por favor llamar a Kim?

Zhou cumple. Logra hablar con el jefe de la policía secreta norcoreana. Hablan de los viejos tiempos, pero, lo siento, Kim está mirando una película de Mickey Mouse.

En Corea del Sur la presidenta Park está dormida. Antes de irse a la cama ha autorizado que se ejerzan todas las defensas y se ha tomado una pastilla para dormir. Pero Kim toma anfetaminas y le coge la delantera: da la orden de un bombardeo total de Seúl. En la madrugada, 5.000 cañones disparan desde emplazamientos escondidos por décadas en túneles y fosas.

Kim ha calculado mal, otra vez. El daño es muy grande pero los muertos son pocos porque la mayoría de los civiles han pasado la noche en refugios. Los americanos y surcoreanos descargan una cortina de fuego.

Tanques norcoreanos y escuadrones suicidas disparan a través del alambre de púas y minas de la DMZ. Están aniquilados. La dinastía Kim, encumbrada con ayuda de Stalin, está tambaleando.

En Pyongyang el tío y mentor de Kim, Jang Song-thaek, se pega un tiro con la pistola de un guardaespaldas. Kim escucha el disparo al final del corredor de su bunker: sus generales lo confrontan.

Un espía ruso escucha una palabra de mando en una antigua línea telefónica de cobre del bunker, intervenida debajo del mausoleo de Kim Il-sung. El micrófono fue plantado por la KGB en los setentas. Increíblemente, todavía funciona.

Tres minutos después el presidente Vladimir Putin llama a Obama en la línea caliente. Le advierte de una catástrofe inminente. Con voz de acero, Putin se compromete a que "Rusia, con nuestra larga herencia cristiana, nunca pondremos la civilización en peligro".

Obama se dirige a la nación desde la oficina Oval diciendo que los intereses supremos de Estados Unidos como nación están en peligro. Mientras habla, la Casa Blanca trata de llamar a Xi, pero una voz en las instalaciones de mando en Zhongnanhai dice que Xi no está disponible.

Analistas de la Agencia Nacional de Seguridad de los Estados Unidos detectan un flash en la plataforma de lanzamiento de “satélites civiles” de Corea del Norte en la remota costa nororiental.

Un minuto y 16 segundos después un flash y una nube en forma de hongo se ven sobre el distrito Yongsan de Seúl, donde la gigantesca base militar americana con sus instalaciones, residencias y escuelas de las familias del personal de servicio han estado desde los cincuentas.

En la sala de situaciones de la Casa Blanca todos los ojos están puestos en Obama. El…

¿Así que realmente faltaban cinco minutos para la medianoche? La semana pasada, Henry Kissinger, el antiguo secretario de estado, le contó a una fuente confiable, David Ignatius, del Washington Post, que "ahora hay un peligro real de un accidente, un incidente o un cálculo mal hecho en la península coreana".

¿Están los Estados Unidos preparados? No. Como en este escenario de ficción, los americanos parecen tener vagamente la esperanza de que los chinos hagan algo.

Kissinger, que lideró la apertura americana a China, piensa que Donilon, el asesor de seguridad nacional, debe forjar un plan estratégico con Beijing sobre qué hacer en una crisis.

La CIA, como el MI6 y el ministerio chino de seguridad del estado, tienen poco para revelarle al público.

En semanas recientes informes de inteligencia de Corea del Sur dirigidos a los parlamentarios, que se filtran inevitablemente, han sembrado confusión sobre lo que saben.

Los norcoreanos tienen una bomba.

Jeffrey Park, del Boletín de Científicos Atómicos, dice que en febrero 12 de este año, hace unas ocho semanas, una estación sismológica en Mudanjiang, China, captó un shock de una onda sísmica "P" de 5.1 de magnitud, indicando que se realizó una explosión artificial subterránea. Era el tercer test nuclear de Corea del Norte.

“El efecto del test de 2013 fue más de tres veces mas grande que el efecto del test de 2009, y mas de 15 veces más grande que el resultado del test de 2006" escribe Park en el boletín, que fue fundado por antiguos miembros del proyecto original de la bomba atómica Manhattan, para prevenir a la humanidad de la amenaza nuclear.

Ahora Kim está construyendo una bomba mejor. Corea del Norte dijo que el aparato del 12 de febrero era "pequeño y poderoso". También se lanzó un misil balístico de largo alcance el 12 de diciembre.

El escenario descrito arriba, que parece sacado de una película de terror, puede estar mas cerca de lo que creemos.




Campaña De Integracion Nacional

Edición Nº 616

Revista Somos Jóvenes Lima Metropolitana

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"Año De La Inversión Para El Desarrollo Rural y La Seguridad Alimentaria"


Jornada Civica De Integracion Nacional
 
El dia de ayer inicio la campaña de intyegracion nacional con la de la gobernacion e instituciones al servicio a la comunidad en general